La sostenibilidad no es un concepto
nuevo, pero el interés que está despertando en el público exige a los analistas
de proyectos que presten una mayor atención a la interrelación entre los tres
pilares —económico, medioambiental y de aceptación social— del desarrollo
sostenible, y que amplíen su campo de visión entre sectores y a lo largo del
tiempo. Esto implica cambios en los procedimientos. Los analistas deben estar
en condiciones de rechazar las propuestas insostenibles y de hacer un
seguimiento de los proyectos, incluso de aquéllos que ya están funcionando.
Estos requisitos implican la revisión del principio de «análisis del proyecto»
como un sistema cerrado. Palabras clave: medio ambiente, desarrollo sostenible,
evaluación de proyectos, bancos multilaterales de desarrollo.
Realidad, tal y como mostraba el
afamado informe Wapenhans (1992) sobre la actuación del Banco Mundial, el éxito
del proyecto depende fundamentalmente del sentido de «propiedad» del promotor.
Por lo tanto, el diseño y la ejecución del proyecto deben ser responsabilidad
de su promotor. A menos que la estructura macroeconómica nacional apoye el
desarrollo sostenible y los promotores estén preparados para diseñar y poner en
marcha su proyecto de acuerdo con los nuevos criterios, no es de esperar que
los BMD cambien el rumbo en torno a la «condicionalidad». Los analistas han
mejorado de forma significativa algunos diseños de proyectos. En varios casos,
estos cambios han constituido el principal valor añadido del BMD para el
promotor. Sin embargo, el sentimiento general es que los promotores deben
conservar la responsabilidad final; sería engañoso sugerir que los BMD podrían,
por su normativa, rediseñar o poner en marcha proyectos con objeto de mejorar
su sostenibilidad. Esto implica que sólo deben establecerse condiciones, las
cuales rara vez son respetadas, para rechazar la financiación de inversiones
insostenibles. Tal y como se ha demostrado, esto resulta válido tanto para los
países en vías de desarrollo como para los países industrializados. Por
consiguiente, la sostenibilidad depende más directamente de que los BMD
apliquen unos procedimientos acertados de aprobación, control y evaluación que
de su implicación en el diseño y ejecución de los proyectos. En este artículo
se adopta la definición de «sostenibilidad» del BEI:2 «La sostenibilidad
implica un aumento del bienestar en la generación actual que sea favorable a
las necesidades de los miembros más pobres de la sociedad, a la par que
mantiene, como mínimo, el stock de capital existente que proporciona iguales
oportunidades a las generaciones futuras.» Esta definición está de acuerdo con
la Comisión Brundtland y con la Comisión Europea. La integración de los tres
pilares de la sostenibilidad —económico, social y medioambiental— en el
análisis del proyecto se considera un elemento fundamental y requiere ciertos
comentarios previos. Si se toma de forma literal, la «sostenibilidad» es
básicamente una cuestión de sentido común: ¿quién quiere financiar una
operación que no es «sostenible» por lo que se refiere a su independencia
económica? R. Rostow (Rostow, 1962) ya apuntaba en 1962 que las iniciativas de
desarrollo deben ser «sostenibles». La conclusión de que el desarrollo que no
respeta el medioambiente es insostenible ya fue establecida con la publicación
de Limits to Growth (Meadows, 1997). Por lo tanto ¿qué es, en la práctica, una
novedad para el analista de proyectos? ¿Es realmente la «sostenibilidad» un
planteamiento innovador o es tan sólo una de estas nuevas modas que pretenden
transformar una financiación ineficiente del desarrollo en eficiente? Hay que
dar la bienvenida a la insistencia sobre la importancia de la economía,
incluidas sus consecuencias financieras. G. Riddle (Riddle, 1987) y M. Gillis
et al. (Gillis et al., 1987) recalcan que la ayuda extranjera sólo puede
justificarse si se asigna a inversiones productivas. Jean-Michel Severino
(Severino, 2001) recuerda que, en la ayuda al desarrollo, las consideraciones
políticas han dominado demasiado a menudo a los fundamentos económicos. La mala
asignación durante el pasado de la ayuda pública ha contribuido a la necesidad
de posponer o cancelar regularmente la deuda de los países en vías de
desarrollo.
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